El Hijo Puta
Estaba sentado el otro día delante de mi
ordenador cuando me acordé que tenía que llamar por
teléfono a un compañero. Descolgué el auricular y
marqué el número de memoria. Me contestó un tipo con
muy mal humor diciendo:
- "¿Qué quiere?".
- "Soy Ignacio Martínez, ¿podría hablar con Roberto
Espárrago?" dije amablemente.
- "Te has equivocado, gilipollas", me respondió y acto seguido
colgó.
No daba crédito a lo que me estaba ocurriendo. Cogí mi
agenda para buscar el número de mi compañero y
comprobé que, efectivamente, me había equivocado. Pero
como aún recordaba el número "erróneo" que
había marcado anteriormente, decidí volver a llamar a
aquel tipo y cuando me cogió el teléfono no esperé a
que contestase y le dije:
- "Eres un hijoputa", y colgué rápidamente.
Inmediatamente apunté aquel número en mi agenda junto a
la palabra "hijoputa".
Cada dos o tres semanas, cada vez que estaba cabreado (porque me
llegaba una letra inesperada, o un aviso de multa, o discutía
con mi mujer, o alguna situación por el estilo) volvía a
llamarlo y sin dejarle contestar le decía:
- "Eres un hijoputa".
Esto me servía de algún modo como terapia y me hacía
sentirme mucho más relajado. Unos meses después, la
maldita Telefónica introdujo el servicio de
identificación de llamadas, lo cual me deprimió un poco
porque tuve que dejar de llamar al "hijoputa".
Pero de repente, un día se me ocurrió una idea:
marqué su número de teléfono y cuando escuché
su voz le dije:
- "Hola, le llamo del departamento de ventas de Telefónica
para ver si conoce nuestro servicio de identificación de
llamadas".
- "No" me dijo el tío grosero, y me colgó el
teléfono.
Rápidamente lo volví a llamar y le dije:
- "Eres un hijoputa".
Un mes después, estaba yo esperando con mi coche a que una
anciana saliera de la plaza de aparcamiento del Hipercor.
Esta lo hacía muy lentamente y cuando terminó la maniobra
y me disponía yo a ocupar la plaza libre, apareció un
Golf GTI negro a toda velocidad y se metió en el hueco que iba
yo a ocupar. Comencé a tocar el claxon y a gritar:
- "¡Eh, oiga!, ¡que estaba yo esperando!, ¡no puede
hacer eso!".
El tipo del Golf se bajó, cerró el coche y se fue hacia
el centro comercial ignorándome como si no me hubiera
oído.
Yo me quedé completamente frustrado y pensé: "Este
tío es un hijoputa. El mundo está lleno de ellos".
Justo en ese momento vi un letrero de "SE VENDE" en el cristal de
atrás del Golf. Lógicamente anoté el número y
me fui a buscar otra plaza de aparcamiento.
A los dos o tres días, vi en mi agenda el número del
"hijoputa" y me acordé que había anotado el número
del tipo del Golf. Inmediatamente le llamé y le dije:
- "Buenos días. ¿Es usted el dueño del Golf GTI
negro que se vende?"
- "Sí, yo mismo"
- "¿Podría decirme donde puedo ver el coche?"
- "Sí, por supuesto. Yo vivo en la calle de Don Ramón de
la Cruz esquina con Montesa, es un bloque amarillo y el coche esta
aparcado justo enfrente de la casa"
- "¿Cómo se llama usted?"
- "Enrique Juárez"
- "¿Que hora sería la mejor para encontrarme con usted y
discutir los detalles de la operación, Enrique?"
- "Pues yo suelo estar en casa por las noches".
- "¿Puedo decirle algo, Enrique?"
- "Si, claro"
- "Enrique, eres un hijoputa de la hostia", y colgué el
teléfono.
Inmediatamente después de colgar anoté el número en
mi agenda al lado del otro, pero en este puse el nombre de
"hijoputa II". Ahora tenía dos "hijoputas" para llamar y
así estuve durante dos o tres meses, llamando ahora a uno,
ahora a otro; hasta que comenzaba a aburrirme un poco. Me puse a
pensar en serio sobre como resolver este problemilla y al cabo de
un par de whiskies se me ocurrió algo.
Primero llamé al "hijoputa I":
- "Dígame"
- "Hola hijoputa" - pero esta vez no colgué.
- "¿Estas ahí todavía, verdad, cabrón?"
- "Si, hijoputa".
- "Deja ya de llamarme o ..."
- "Noooooo".
- "Si supiera quien eres te rompía la boca", me dijo.
- "Me llamo Enrique Juárez y si tienes cojones vienes a
buscarme. Vivo en la calle Don Ramón de la Cruz esquina
Montesa, en un bloque amarillo, justo en la puerta donde hay
aparcado un Golf GTI negro, so hijoputa"
"¡¡¡Ahora mismo voy para allá!!! Tu sí que
eres un hijoputa y ya puedes ir rezando todo lo que sepas. Te voy a
mazar a hostias"
- "¿Si?. ¡Que miedo me das, hijoputa!" y colgué el
teléfono.
Inmediatamente llamé al hijoputa II:
- "Dígame"
- "Hola hijoputa" y no colgué.
- "Como te pille algún día..."
- "¿Que me vas a hacer, hijoputa?"
- "Te voy a patear las tripas, pedazo de cabrón"
- "¿Sí?, pues a ver si es verdad, hijoputa. Ahora mismo
voy hacia tu casa" y colgué.
Por ultimo, cogí el teléfono y llame a la policía.
Les dije que estaba en la calle Don Ramón de la Cruz esquina
con Montesa y que iba a matar a mi novio homosexual en cuanto
llegara a casa.
Luego hice otra llamada rápida a "Madrid directo" y les dije
que iba a haber una pelea de pandillas en la calle Don Ramón
de la Cruz esquina Montesa. Y entonces me monté en mi coche y
me fui para allá a toda leche. Te juro que es una experiencia
que nunca olvidaré. La mayor pelea que he visto en mi vida.
Hasta los cámaras de Telemadrid se llevaron lo suyo.
En fin, después de esto espero que cuando te llame por
teléfono me contestes en tono amable.
"Ya sabes, no es bueno que yo me irrite."